Mariluz Zuluaga La discriminación golea al fútbol femenino
Mariluz
Zuluaga
Hacemos eco
a Campaña de las jugadoras
Melissa Ortiz e Isabella Echeverri
al lanzar
#menosmiedomasfutbol
el hastag en redes sociales
hoy radicadas en USA
El anuncio del presidente de Colombia de buscar para
el país la sede del mundial femenino de fútbol de mayores, a disputarse en
2023, puso de nuevo sobre la mesa el debate sobre las condiciones laborales,
económicas y personales de las deportistas.
“Este es un país machista donde la mujer suele cargar las culpas. Aquí se vive
del intercambio de favores y de la rosca, no del esfuerzo y el trabajo. Primero
habrá que solucionar eso. Luego veremos si nos merecemos un mundial”, declaro
una de las jugadoras más veteranas.
La práctica del fútbol femenino comenzó en Colombia en la década de los 80,
precisamente en los parques de los barrios de algunos municipios de nuestro
departamento, luego la experiencia pasó a Antioquia y Cundinamarca. Obviamente,
como el fútbol ha sido jugado y manejado por hombres, las dificultades no han
sido pocas.
En los comienzos, muchas fueron las niñas y adolescentes que practicaban el
deporte en secreto por temor a la desaprobación de sus familias y a la crítica
y las burlas de la gente. Desde calificativos como “marimachos” y órdenes para
ir a la cocina o dedicarse a criar hijos debieron escuchar cuando jugaban. Del
matoneo verbal se pasó a la discriminación, al acoso laboral y sexual, al
chantaje y a las amenazas, como se supo recientemente, por revelaciones de
jugadoras de la Selección Sub 17.
Finalizando 2018 el país se escandalizó con las declaraciones de Gabriel Camargo, presidente del Tolima quien expresó: “el
futbol femenino no es rentable; hay problemas con las mujeres que son más tomatrago que los varones y la liga es caldo de cultivo
del lesbianismo.” Aunque se disculpó, obligado por la presión social, sus
declaraciones evidencian la realidad que padecen las deportistas. Por ejemplo,
el Atlético Huila, que ganó la Copa Libertadores
femenina en 2018, y se hizo acreedor a los 55.000 dólares del
premio de la Conmebol, expresó el temor de que los recursos fueran a manos del
equipo masculino de la primera división.
La indiferencia de la Federación Colombiana de Fútbol y de la Dimayor ante las
graves denuncias de las jugadoras y sus familias es innegable, como ha ocurrido
con la Selección Sub 17, dos de cuyas jugadoras y la fisioterapeuta cansadas de
los abusos y el acoso decidieron revelar una serie de atropellos a los que se
han visto sometidas y las correspondientes secuelas sicológicas, hechos que
comprometen a varias figuras del equipo técnico y que ya están en conocimiento
de la Fiscalía.
A las humillaciones provocadas por piropos, toqueteos, masajes indebidos,
ofertas, sobrecarga de trabajo, retiro de la selección, cobro de coimas para
ser escogidas, viajes sin seguro, gastos de transporte, hospedaje, alimentación
y uniformes a su cargo, recorte de pírricos auxilios, amenazas, coacción y cero
protestas para evitar represalias, se suma la falta de pagos por transferencias
y de contratos laborales y el trato de aficionadas para evitar salarios. Una
difícil realidad que las obliga a buscar otras opciones para sobrevivir. En
resumen, para las mujeres colombianas, el fútbol no es una opción laboral
estable y es un espacio donde reinan la inequidad y la desigualdad ante el
derecho.
Laura Gómez, abogada experta en violencia de género señala: “La Federación
Colombiana de Fútbol se aprovecha de su fuerza de trabajo a través de los
vacíos jurídicos enormes que hay en el derecho deportivo y en las normas FIFA
(…) Las jugadoras convocadas no adquieren ningún tipo de compromiso laboral,
por eso permanecen indefensas ante cualquier abuso.”
El año pasado, según la FIFA, el fichaje en el fútbol femenino movió un escaso
0,1% de la cifra que registró el negocio en el campo masculino; posiblemente,
esta sea la razón que frena los intereses de los patrocinadores y medios de
comunicación que negocian la publicidad y los derechos de transmisión.
Develado este oscuro panorama y el valor de quienes se atreven a denunciar, nos
sumamos a las voces que exigen a las autoridades deportivas y a las judiciales
esclarecer los hechos cuanto antes y tomar las medidas pertinentes.
De nuestra parte, solidaridad total y compromiso absoluto con la defensa de la
dignidad de la mujer en todos los ámbitos sociales, laborales y familiares.
Hacemos eco de la campaña de las jugadoras Melissa Ortiz e Isabella Echeverri,
hoy radicadas en Estados Unidos, quienes lanzaron en redes sociales el hastag
#menosmiedomasfutbol.
fuente
https://90minutos.co/categoria/bloggeros/mariluz-zuluaga/